No hay duda de que cada uno de los países productores de aceite, y estamos considerando solamente aquellos que circundan la cuenca del mediterráneo, ha construido su propia historia y agricultura. Hay países con mayores áreas destinadas a la siembra del olivo y otros que se dirigieron a cultivos más inmediatos, más adecuados a su suelo o, de acuerdo con parámetros propios, más rentables.
 

Por razones que el transcurso de los siglos ya nos contó, España ha sido el mayor productor mundial de aceite. Solamente la región de Andalucía concentra una producción que cubre alrededor del 40% del consumo mundial. Se estima que España sea responsable de algo alrededor del 60% del aceite producido en el mundo entero y, consecuentemente, exporte su aceite a otros países, que por su vez embotellan, rotulan y exportan este aceite para el resto del mundo.

Vale destacar que la mayoría de los países relacionados en la tabla que está en este sitio web, producen aceites con costos similares, ya que muchos de ellos están insertados en la comunidad europea. Bajo esta realidad, todos deberían tener en los anaqueles, precios semejantes. Pero ni todas las aceitunas son iguales, ni todos los aceites son iguales, ni todos producen cantidades iguales, ni todos consumen cantidades iguales. ¡Por esta razón, tenemos diversos ejemplos de productos de alta calidad por precios muy bajos y productos de dudosa calidad por precios absurdos!

Haciendo un análisis rápido con los números de producción y consumo de esta tabla, podemos entender que el agricultor italiano no precisa de mucho esfuerzo para vender sus productos. Allí el consumo interno es mayor que la producción. Lo mismo se da en Portugal. Y en Grecia la diferencia entre la producción y el consumo es muy pequeña. Por otro lado, la industria, el molino y el campesino español, producen un excedente tan grande que los obliga a vender sus productos a precios muy inferiores a los practicados por los demás países.

La verdad es que un producto en cantidad provoca competición, competición lleva a la búsqueda de calidad y el binomio cantidad/calidad camina en la dirección de la mejor relación costo/beneficio.

Ahora vamos a la realidad de un país importador: Imagínese saboreando una ensalada griega en plena ciudad de Micenas, en Grecia, o una fantástica pasta en la Santa Cruz en Florencia, o también una paella en Sevilla, o un maravilloso bacalao en Porto. Seguramente su experiencia con los aceites locales será absolutamente inolvidable. Sin embargo pocos de estos aceites llegarán a un país importador. Y en caso que lleguen, en la mayoría de los casos sus precios serán altos. Peor que eso es cuando la misma marca está en el país de origen y en su país: ¡difícilmente serán los mismos aceites atrás de aquel rótulo! ¿Por qué ocurre esto? Por la falta de cultura de aceite, en algunos países por el bajo poder adquisitivo y principalmente por la falta de escrúpulos de muchas industrias y comerciantes.